...Sí. Ése establecimiento dónde venden todo tipo de despojos de animales mamíferos: hígado, vísceras, lenguas, asaduras, sangre...
El problema, es estar casada con alguien que le pone "pegas" a muchas de esas partes enumeradas.
Ni que decir tiene, que es impensable cocinar si quiera, un triste filete de hígado..., del animal que sea. Ya le puedo esconder entre adobos, que no cuela...
Nada mas existe un guiso que tolera, e incluso, le gusta en extremo ( ! ) a mi querido esposo: LOS CALLOS; a la madrileña, claro.
Está comprobado que, en la cocina tradicional de mi casa hay que eliminar "ciertos" platos si quiero que disfrute todo el personal.
... Pero...., hay uno que no admito que sea excluido: la ASADURA DE CORDERO.
Cuándo voy a la casquería a comprar carrilladas de ternera (algo frecuente), y veo esas asaduritas de cordero lechal...., tan pequeñitas...., y que están diciendo: "¡comedme!"....., ¡no lo puedo evitar!. Tengo que contenerme y mirar a otro lado para no comprarlas, (porque las compraría TOODAASS)..
Uummm...!
Aún recuerdo el aroma y el sabor del guiso que hacía mi abuela; extremeña, cómo mi madre.
Sólo había una cosa que no me terminaba de "convencer", y era la sangre cocida..., su textura.
Reconozco que las vísceras de un animal no resultan, en apariencia, nada apetitosas. Sólo después del "toque" del cocinero, o cocinera, llegan a alcanzar ese punto sublime que a algun@s nos vuelve loc@s...
Hay culturas dónde éstos productos son muy apreciados..., ¡Yo he visto comprar bofe de ternera en filetes...! . (A tanto no llego)
Aunque...., hay un "pequeño" problema..., el alto contenido en colesterol. Por lo que sólo se debe comer ésto, muy de tarde en tarde...; o mejor nunca, si tienes problemas cardiovasculares.
Como os decía, las asaduritas de cordero lechal me "llaman" cada vez que voy a la casquería; y, de vez en cuándo, no puedo desatender esa "llamada". Así es que, me compro una PARA MÍ SOLITA... (Pesan muy poquito, entre 300 y 400 grs.).
El año pasado hice un experimento: emboté parte de una asadurilla encebollada que guisé. Al cabo de unos meses, cuándo volvía a tener el "antojo", solo tuve que destapar el frasco y freir un huevo para acompañarla...¡ UMMMMM...!
La receta no tiene ningún misterio. Además, seguro que en cada zona de España se le dá un toque distinto. El mío es éste:
ASADURILLA DE CORDERO LECHAL
Ingredientes para 2 personas:
- 2 Cebollas medianas
- 1 Diente de ajo
- 1/2 vaso de vino blanco seco
- 1 cucharadita de Pimentón de la Vera (dulce, o picante; al gusto)
- A.O.V.E. (Aceite de Oliva Vírgen Extra)
- Perejíl, sal, y 1 hoja de laurel
- Opcional: 1 cucharada de tomate frito.
Preparación:
Picamos las cebollas en brunoise y dejamos pochar con un pellizco de sal. Mientras tanto, cortamos en trocitos pequeños la asadurilla, quitando lo que no nos guste.
Yo le pido al casquero que le quite la tráquea y deje límpios, pero enteros, el corazón, pulmón e hígadito. Luego, en casa, yo los troceo de forma muy menudita.
Cuándo la cebolla está hecha, echamos primero la parte más dura, que es el corazón (no olvidéis que es un músculo, pequeñito; pero un músculo). Dejando para el final el higadito.
Añadimos un majado de ajo y perejil; y cuándo esté casi al punto, incorporamos el pimentón (dándole unas vueltas), la hoja de laurel y el vaso de vino.
Dejamos cocer todo hasta que se consuma la salsa y esté la carne tierna
Cómo decía María, mi madre, cuándo "se ve la grasita"
Éste proceso dura muy poco rato, así que, ¡no os despistéis!
EMBOTADO FINAL
En el caso de hoy, he comprado 2 asadurillas.
He seguido el procedimiento estándar para conservar:
Después de enfriar los tarros boca abajo sobre un paño húmedo, los he vuelto a esterilizar por un tiempo de 30 minutos.
Una vez fríos; los he etiquetado y almacenado en mi despensa....