sábado, 9 de abril de 2016

CALDERETA DE CABRITO (Al estilo de la Sierra de Gata)

¿Cuánto tiempo hacía que no comía Caldereta en casa?




Muchos, muchos años...


He tenido que recurrir a mis "recuerdos sensoriales", cómo yo digo, hasta conseguir igualar a la que cocinaba mi madre para el lunes de Pascua.



Y era de cabrito, no de cordero lechal. Así es que, sólo la preparaba si habíamos ido al pueblo a pasar la Semana Santa.
En la Sierra de Gata gusta más el cabrito que el cordero.
Os estoy dando muchas pistas del lugar de nacimiento de María, la del Valle Verde...

En casa siempre se le ha llamado "Caldereta", y no "Frite".
¿Por qué Caldereta?. Pues, igual que Paella. Por el recipiente dónde se cocina. 

Dicen que es un guiso típico de los pastores extremeños. Y los pastores lo cocinaban en calderos que soportaban las trébedes sobre las lumbres que hacían en el campo.


El caldero que veis en las fotos, lleva en mi casa tantos años, que ya ni lo recuerdo. Era de "reciente" adquisición. Lo compró mi madre exclusivamente para hacer migas y calderetas con las que agasajar a sus amistades. La espumadera, es "algo" más antigua. Puede tener unos 50 años; y se la hicieron de encargo en una fragua..... (como una espada, jejeje). El almirez es otra cosa. Es herencia de mi abuela. Es algo así como el mortero de mármol de Julia Child, pero a la española....

Con éstas herramientas a disposición, no me quedaba más remedio que lanzarme al reto de cocinar una caldereta como Dios manda.

Primero había que encontrar el cabrito. Porque, la caldereta, o frite extremeño, se puede hacer con ambas carnes. Pero, cómo ya digo, quería hacerla como la cocinaba mi madre en su pueblo.
No es  complicado, si tienes la suerte de disponer de un mercado de abastos bien "abastecido". Y el Mercado de Maravillas, lo es.

Así es que, una vez dado el primer paso, quedaba ponerse manos a la obra...
Así hice la 

CALDERETA DE CABRITO
(Al estilo de la Sierra de Gata)


INGREDIENTES (4PX.)
  •     1500 gr de cabrito lechal
  •        150 gr de hígado del animal.
  •        1 cebolla mediana
  •        3 dientes de ajo
  •        1 tomate mediano
  •        1 pimiento mediano asado
  •         Pimentón dulce de La Vera
  •         Tomillo salsero
  •         Laurel
  •         ½ litro de vino blanco seco (mejor si es de pitarra)
  •          Agua (c.n.)
  •          Aceite de Oliva Virgen Extra
  •          Sal
  •         1 guindilla (opcional)


PREPARACIÓN:
Pedimos al carnicero que nos prepare el cabrito. Yo compré ½; troceó la pierna, la paletilla y la falda, y dejé la parte buena de las chuletillas, reservada para otro día.
El nombre de éste guiso, cómo no, deriva del cacharro dónde de hace: el caldero.





Ponemos a calentar el caldero con aceite de oliva en el fondo. Echamos los ajos, y freímos hasta dorar. Reservamos.








Subimos la potencia del fuego, y procedemos a sellar los trozos de cabrito, incluido el trocito de hígado. 








Cuando estén dorados, los retiramos del caldero, y pochamos la cebolla, el tomate y el pimiento asado, bien picados. Hay que tener mucho cuidado de que no se nos quemen las verduras. Espolvoreamos un poco de sal gorda para que suden bien.





Cuando las verduras estén blandas, incorporamos el cabrito de nuevo al caldero, removemos con una buena espátula (no pretendo que uséis una espumadera como la mía, que es más vieja aún que el caldero…, jajaja).









Rociamos una cucharada de pimentón dulce de la Vera.











Removemos, de nuevo para evitar que el pimentón se queme.










Añadimos sal, las hojas de laurel y una rama o dos de tomillo salsero.







Poco a poco, iremos incorporando el vino y el agua. No hace falta echar todo el agua de golpe, ni el vino. Vamos viendo según se vaya cociendo la carne. Al final, terminamos con el vino, pero no hace falta tanta agua (yo utilicé, más o menos ¼ de litro).

Dejamos cocer a fuego moderado alrededor de 1 hora, vigilando para que no se quede seco y echándole agua o vino, en caso necesario.


Si os apetece con algo más de “gracia”, se le puede echar una guindilla cayena. Pero, es algo muy personal.





Cuando notemos que la carne está tierna, sacamos el trozo de higadito, lo picamos y lo machamos en el almirez, junto a los ajos reservados.


Ésta última tarea fue puro capricho, con las técnicas que tenemos ahora. Pero, es que no pude resistir la tentación de cocinar la caldereta al más puro estilo tradicional, cómo antaño. 









Y la verdad, es que es lo que más trabajo cuesta. Dejar una pasta lo más fina posible, para incorporar al guiso y que “engorde” la salsa…,¡eso que la mano del almirez pesa que arrulla…!.





Al final, la recompensa… 


¡¡Prueba superada !!




Caldereta de cabrito estilo valverdeño...!!

¡¡Un lujazo de guiso !!

domingo, 3 de abril de 2016

TORTILLA DE PEREJIL

¡Hola, mis Cocinillas!



Seguro que el título de ésta entrada, os recuerda a las cenitas que os preparaba mamá cuando erais pequeñitos...

¿Quien no ha comido alguna vez una tortilla de perejil (Pérez-Gil, cómo le llamo yo...).



La muestra de hoy, solo es un recordatorio, porque no tiene ninguna ciencia ni misterio que resolver.

Lo que sí suele ser un misterio, es la consevación de la hierba en cuestión. Por eso, os contaré mi truquillo particular.

Para los que no vivís en Madrid, os comento que aquí, en todos los mercados, y galerías de alimentación, regalan  el perejil (Sí, habéis leído bien),  cuando se compra en la verdulería.
Se que, en algunos lugares de España lo regalan, por ejemplo, en las carnicerías ¿?. Pero en otros, normalmente lo venden en ramilletes.


El caso. Cuando vuelvo del mercado de MARAVILLAS con mi compra semanal, me encuentro con un ramo de perejil enorme.
Hace años, siguiendo la costumbre de mi madre, ponía en el alféizar de la ventana, un vasito  con agua y el ramito de perejil. Pero así no me duraba en condiciones hasta reponer existencias...


Si lo dejaba en la nevera, duraba algo más. Pero, había que tener cuidado de que no se cayera el vasito... (acordaos de que antes, las bandejas de los frigoríficos eran de rejilla...).
Y de pronto, inventaron las bolsas de congelación con cierre de "zip". El problema, estaba resuelto.

Así es que, al ordenar mi compra (Pescado para tal día, carne para cual, fruta en su sitio, verduras es el suyo...), dejo para el final el "arreglo" del perejil.

Por supuesto que hay que arreglarlo.




Primero selecciono las mejores ramas. Separo las regulares, para el guiso de ése día. Las feas, y  amarillentas las desecho.









Después, corto los tallos del ramo "bueno", dejando solo unos cuantos centímetros.







...Y así, tal cual, introduzco el ramito dentro de una bolsa de congelación (de las pequeñas), y la cierro procurando sacar todo el aire posible. Que me quede cómo al vacío.






Y, ¡al cajón de las verduras!. Ya tengo perejil fresco, para.... 15 días, por lo menos. Eso sí, cada vez que saco una ramita, cierro muy bien la bolsa.





Bueno pues, os recuerdo que podéis hacer una tortilla de perejil para cenar o desayunar.







Su aporte en vitamina C, y minerales cómo fósforo, calcio, o hierro, será de gran beneficio para vuestro organismo... 








(No olvidéis echar un chorrito de leche al batir los huevos. Os quedará mucho más jugosa la tortilla)




 ...Y si, alguien que os quiera, os regala una imagen de San Pancracio, no olvidéis dejarle unas ramitas de perejil para que os de salud, y trabajo...