¡Hola, mis Cocinillas!
Seguro que el título de ésta entrada, os recuerda a las cenitas que os preparaba mamá cuando erais pequeñitos...
¿Quien no ha comido alguna vez una tortilla de perejil (Pérez-Gil, cómo le llamo yo...).
La muestra de hoy, solo es un recordatorio, porque no tiene ninguna ciencia ni misterio que resolver.
Lo que sí suele ser un misterio, es la consevación de la hierba en cuestión. Por eso, os contaré mi truquillo particular.
Para los que no vivís en Madrid, os comento que aquí, en todos los mercados, y galerías de alimentación, regalan el perejil (Sí, habéis leído bien), cuando se compra en la verdulería.
Se que, en algunos lugares de España lo regalan, por ejemplo, en las carnicerías ¿?. Pero en otros, normalmente lo venden en ramilletes.
Hace años, siguiendo la costumbre de mi madre, ponía en el alféizar de la ventana, un vasito con agua y el ramito de perejil. Pero así no me duraba en condiciones hasta reponer existencias...
Si lo dejaba en la nevera, duraba algo más. Pero, había que tener cuidado de que no se cayera el vasito... (acordaos de que antes, las bandejas de los frigoríficos eran de rejilla...).
Y de pronto, inventaron las bolsas de congelación con cierre de "zip". El problema, estaba resuelto.
Así es que, al ordenar mi compra (Pescado para tal día, carne para cual, fruta en su sitio, verduras es el suyo...), dejo para el final el "arreglo" del perejil.
Por supuesto que hay que arreglarlo.
Y, ¡al cajón de las verduras!. Ya tengo perejil fresco, para.... 15 días, por lo menos. Eso sí, cada vez que saco una ramita, cierro muy bien la bolsa.
Su aporte en vitamina C, y minerales cómo fósforo, calcio, o hierro, será de gran beneficio para vuestro organismo...
(No olvidéis echar un chorrito de leche al batir los huevos. Os quedará mucho más jugosa la tortilla)
...Y si, alguien que os quiera, os regala una imagen de San Pancracio, no olvidéis dejarle unas ramitas de perejil para que os de salud, y trabajo...
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