Efectivamente. Puede que sea uno
de los pescados más feos el mundo…, pero de carnes finas y exquisitas.
Debido a su aspecto, no ha sido
muy apreciado por el consumidor de a pie. En gastronomía es uno de los
ingredientes básicos en una buena Bullabesa, por ejemplo.
Hasta que Juan María Arzak tuvo
la feliz idea de utilizar éste pescado para hacer un pudín. Sí, fue el primero
en hacer PASTEL DE CABRACHO. Esa fue su “presentación en sociedad”.
Ahora, hay un problema. Que el
consumidor identifica el color rojizo del pescado, con ése nombre; así es que,
se están viendo en el mercado subespecies similares con el cartel de
“Cabracho”. Y a mí, eso me fastidia mucho.
Vamos a tener que pedir las cosas
por su nombre científico: “¿A cómo está el kilo de Scorpaena scrofa?”, “Póngame
ese Trachurus trachurus, abierto; quiero hacerlo a la espalda”, “Me voy a
llevar cuatro rodajas hermosas de Merluccius merluccius, para hacerlas a la Gallega …”
¿Cómo distinguir una especie de
otra?
En ella se explica, de forma sencilla, cómo reconocer
las diferentes especies de pescados y mariscos que encontramos en los mercados
madrileños.
Os paso la página dónde se describe el Cabracho, y
la “otra” especie, la
Heliocolenus dactylopteros, conocida como “Gallineta”.
Estas navidades, me costó Dios y
ayuda conseguir un cabracho, “pero de los feos, oiga!”. Gracias a mi “pescadero
de cabecera”, que me trajo hasta para elegir…, y claro, elegí los dos que más
me gustaron.
¿No son preciosos?
Seguramente, l@s que visitáis éste sitio, y sois de
costa, no necesitáis de tanta explicación. Pero l@s que vivimos “tierra a
dentro” conviene que abramos bien los ojos, para que no nos den “gato por
liebre…”
Bien, pues en breve la receta del PASTEL DE CABRACHO...
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