Bueno.
Oficialmente se han acabado las Fiestas Navideñas.
Ufff, qué alivio!
Os doy permiso para que desmontéis vuestros Belenes y arbolitos.
Aunque, hay quien pueda agarrarse a la fiesta, igual que a un clavo ardiendo, con la excusa de que: "Hasta San Antón, Pascuas son".
Atrás quedaron días de festejo y gula desenfrenada. De celebraciones con los amigos que quieres, y con la familia...., que no quieres tanto.
Aaayyyy!!, ¡¡Cuánto amor derrochado!!.
¿De verdad?, ¿De verdad os lo habéis pasado bien?....
A todos nos encantan éstos días pero, cada vez oigo más la frase :"¡¡Odio las Navidades...!!"
¿Por qué será?
Tal vez, porque se va corriendo a todas partes...?
...De casa al trabajo..., del trabajo a la compra...., de la compra a la cocina...., de la cocina a la mesa.... Recoger la cacharrería..., la lencería.....
De nuevo al trabajo..., de nuevo a la compra..., de nuevo a la cocina....¡¡Otra vez la cacharrería, y la lencería.....!!
Y, entre medias, algún viaje que otro.... a casa de la familia lejana...
Aquí, hay algo que falla....
Y, es que, la Tradición ha dado paso a la Obligación, cómo la costumbre a la Ley...
Y las obligaciones, nos gustan muy poco...
¡Ale!, ¡Ya podéis ir pensando el menú para el próximo año!.
¡No perdáis el tiempo!.
Si no fuera por nuestra planificación, todas esas comidas, meriendas y cenas que hemos disfrutado con amigos (y enemigos), no habrían resultado ni tan buenas, ni tan espectaculares.
Ésto es una Empresa. Y, en una empresa se planifica todo un año con antelación...
Desde: cuándo tomar las vacaciones y a dónde ir. Hasta: qué se va a comer cada día festivo del año... y qué postres vamos a hacer.
Así es que, ya podéis sacar el cuaderno y tomad buena nota del postre que he hecho para la última gran comida navideña.
Un postre que se puede hacer la noche anterior y que es más sencillo que el mecanismo de un chupete...
Clásico.
Francés, aunque de origen inglés.
Hoy no he querido contar la historia del postre (que la tiene), para eso está la wikipedia...
(Ahora, me he quedado bien a gusto con el rollo que os he soltado...jajaja)
CRÈME BRÛLÉE
INGREDIENTES:
Para 4 ramequines, o
cazuelitas refractarias.
- 5 yemas de huevo
- 100 gr de azúcar
- 1 vaina de vainilla de Madagascar (Bourbon)
- ½ L de crème fraîche
Separar las yemas de las claras.
Si se hace con un artilugio como el de la foto, resulta mucho más rápido y sencillo
Batir las yemas de huevo con el
azúcar hasta que blanqueen y queden esponjosas.
Abrir longitudinalmente la vaina
de vainilla y raspar las semillas con un cuchillo. Echar las semillas a la
mezcla de yemas y batir hasta que se incorporen.
Añadir parte de la crema fresca y
mezclar un poco, después echar el resto
de la crema y batir más enérgicamente.
Verter la mezcla en los
recipientes que tenemos preparados en una bandeja de horno.
Llenar de agua
hasta los ¾ de altura de los ramequines y dejar cocer al baño María a una
temperatura de 100º (max. 135ºC, dependiendo de los hornos).
En el mío, como es
tan grande, hay que poner más temperatura.
Hornear por espacio de 50 – 60 minutos.
Hornear por espacio de 50 – 60 minutos.
Dejar enfriar a temperatura
ambiente, en la misma bandeja. Después introducir en el refrigerador para que
estén bien fríos.
QUEMAR:
Repartir una cucharada de azúcar por la superficie de los recipientes y quemar
con un soplete de cocina. No tostar demasiado para que el caramelo no quede
amargo.
La parte quemada, tiene que ser
fina y sólida; que al comer cruja en la boca y haga contraste con la cremosidad
del postre. Para ello, hay que quemar unos minutos antes de degustar; si no, se
disuelve el caramelo y no cruje.
NOTA: Hay quien calienta un poco
la crème fraîche, e infusiona en ella la vaina de vainilla (una vez raspadas
las semillas). Dejar enfriar la crema antes de incorporar a las yemas.
¿Por qué hay cinco ramequines en las fotos...?
Porque, los huevos eran talla XL, y me salió uno más...😏
No hay comentarios:
Publicar un comentario