El objeto del deseo..., o el poder de la curiosidad...
La primera vez que estuve en Córdoba, había ido con mis padres a la boda de un familiar.
¡Qué casualidad!; era por éstas mismas fechas. Entonces San José era una fiesta que se celebraba en todas partes...
Por supuesto que conocía el patio de los naranjos de la Mezquita; pero, no se me había ocurrido pensar que las naranjas fueran incomibles. Hasta que robé una para probar...
Con el tiempo he descubierto que esas naranjas son las más apreciadas para hacer la típica mermelada de naranja inglesa (ORANGE MARMALADE), la variedad "Sevilla" es la que da nombre a la mermelada: Los ingleses no dicen: "mermelada de naranja amarga", dicen: "mermelada de naranjas de sevilla".
Mi afición a las mermeladas no es porque sea adicta al dulce (más bien al contrario...), es porque en su día fue todo un reto embotar algo al vacío y que me durase sin estropearse.
Después de mucho investigar y probar, conseguí lo que me había propuesto. Además, era "algo" que no había hecho nunca, así es que la atracción era aún mayor...
Y me puse manos a la obra.
Pronto se convirtió en uno de mis "palos favoritos a tocar". Hoy hago mermeladas y chutneys de varios tipos.
Y, ¿por qué con naranjas amargas?.
Pues la culpa la tuvo mi querida cuñada con tanto decirme: "¡¡ A mí la que me gusta es la de naranjas amargas...!!"
Así es que tuve que lanzarme a la búsqueda de las dichosas naranjas, que, cómo podéis suponer, no se encuentran facilmente en Madrid.
¡ La cosecha fue estupenda !. Media ciudad de Almendralejo estuvo revolucionada para conseguirme las naranjas...(por éste año ya vale, gracias...)
Esta preparación mía, puede que no se ajuste a la versión original inglesa, pero me da muy buen resultado, y está teniendo mucho éxito entre mis amigos.
Espero que os animéis a hacerla. Aunque hay que tener mucha paciencia...
"SEVILLE ORANGE MARMALADE" (a mi manera)
Ingredientes:
- Naranjas de las
llamadas “BORDES” (Las de los árboles de Sevilla)
- 1 limón grande
- Azúcar (+/-) el
doble y algo más del peso de las cáscaras
- Agua
Preparación:
Lo
primero que hay que hacer es fregar bien las naranjas. Y digo “fregar”, porque
conviene lavarlas con un cepillo, ya que tienen la piel bastante rugosa. No
cómo las naranjas de mesa que venden que están lisitas. Éstas que utilizamos
son “salvajes” (salvo que te las regale algún amigo de su árbol del jardín).
Bueno,
una vez limpias las naranjas las partimos por la mitad, le quitamos las pepitas
(que iremos echando en un recipiente con un poco de agua fría y el limón entero
cortado en gajos), exprimimos el poco zumo que tienen, y vaciamos los cascos de
naranja con una cuchara para retirar muy bien los pellejos y la parte blanca de
la cáscara.
El
zumo resultante y el recipiente de las pepitas, los tapamos bien y los dejamos
en el refrigerador mientras se preparan las cáscaras.
Todos
esos pellejos y partes blanca de la naranja, los metemos en una bolsita que
haremos con un lienzo o gasa grande (yo tengo un saquito para cocer legumbres).
Ahora pesamos las cáscaras de las
naranjas. Ése es el peso de referencia para el azúcar que tenemos que utilizar.
Ponemos
a cocer las pieles en la olla exprés ligeramente cubiertas de agua (+/- 1 litro y 1/2).
Metemos también la bolsita de los pellejos. Cocemos durante 10 minutos (si es
olla tipo Perfect). Sacamos las pieles a un escurridor de malla fina. El líquido lo reservamos. Y una vez
escurrida, tiramos el contenido de la bolsita.
Cuándo
las pieles se hayan enfriado y escurrido, las hacemos tiritas muy finas
utilizando las tijeras de cocina. Yo las voy troceando en un colador – de
colador, a colador, jejeje -.
Entramos
en la fase final del proceso.
Ponemos las tiritas en la cazuela para
mermeladas (tod@s tenemos “un” cacharro dedicado a éste menester…);
agregamos el azúcar, que será el
doble del peso de las cáscaras y 200 – 300 gr. más, depende de lo dulce que os
guste; agregamos el zumo que
teníamos reservado y el líquido de cocer
las cáscaras. Y no nos olvidemos de las pepitas con el limón; hay que
añadirlas, ¿cómo?; hay que
colar el agua dónde las hemos reposado (otro colador.., jaja) y usar el saquito
de cocer los pellejos, que también irá a la olla…
Las
pipas de estas naranjas, son las que más pectina tienen. Hay quien las mete en
el saquito de los pellejos de la primera cocción. Yo prefiero hacerlo por
separado, porque puede que no utilice todo el líquido de cocer las cáscaras, y
quiero asegurarme de tener toda la pectina posible.
Seguimos.
Removemos
bien el contenido de la cazuela para que se disuelva todo el azúcar, subimos la
potencia del fuego hasta conseguir la ebullición. Dejamos cocer a fuego fuerte
unos 10-15 minutos removiendo de vez en cuando. Luego bajamos la potencia a
moderado y dejamos cocer hasta que se
alcanza el punto de mermelada (sobre 30 – 45 minutos). Para saberlo, se echa
una cucharada de mermelada en un platito que hemos dejado enfriar; lo llevamos
otra vez al frío, y pasados unos minutos comprobamos: si no escurre fácilmente
por el plato, y se nos pega al dedo
formando un hilo, ¡ya está!
Apagamos
la lumbre, espumamos la superficie y dejamos reposar alrededor de 10 minutos
antes de embotar.
Dicen
(solo dicen) que, la auténtica mermelada inglesa (la “SEVILLE ORANGE MARMALADE”)
lleva una copita de güisqui. Se echaría al apagar el fuego, removiendo y
dejando reposar. Lo del reposo, es para que se repartan bien las tiritas de
naranja en el líquido de la mermelada.
Embotaremos
aún caliente, en tarros esterilizados. Los cerramos y volcamos sobre un paño
húmedo para que hagan el vacío. Dejamos enfriar 24 horas. Así se conservarán
varios meses sin problema; pero si queremos que aguanten más, hay que
esterilizar al baño María durante 30 minutos.
Cuando
se hayan enfriado, se etiquetan con la fecha y se guardan en un sitio lo más
oscuro y fresco posible.
Pasados
un par de meses, estará “madura” la mermelada y se disfruta más del sabor.
Con las mermeladas pasa como con el buen vino..., cuánto más tiempo pasa, más ricas están.
Otro día, más.
¡Buenas noches!
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