viernes, 21 de marzo de 2014

"SEVILLE ORANGE MARMALADE" (a mi manera)

El objeto del deseo..., o el poder de la curiosidad...

La primera vez que estuve en Córdoba, había ido con mis padres a la boda de un familiar.
¡Qué casualidad!; era por éstas mismas fechas. Entonces San José era una fiesta que se celebraba en todas partes...
Por supuesto que conocía el patio de los naranjos de la Mezquita; pero, no se me había ocurrido pensar que las naranjas fueran incomibles. Hasta que robé una para probar...
Con el tiempo he descubierto que esas naranjas son las más apreciadas para hacer la típica mermelada de naranja inglesa (ORANGE MARMALADE), la variedad "Sevilla" es la que da nombre a la mermelada: Los ingleses no dicen: "mermelada de naranja amarga", dicen: "mermelada de naranjas de sevilla".

Mi afición a las mermeladas no es porque sea adicta al dulce (más bien al contrario...), es porque en su día fue todo un reto embotar algo al vacío y que me durase sin estropearse.
Después de mucho investigar y probar, conseguí lo que me había propuesto. Además, era "algo" que no había hecho nunca, así es que la atracción era aún mayor...
Y me puse manos a la obra.
Pronto se convirtió en uno de mis "palos favoritos a tocar". Hoy hago mermeladas y chutneys de varios tipos.
Y, ¿por qué con naranjas amargas?.
Pues la culpa la tuvo mi querida cuñada con tanto decirme: "¡¡ A mí la que me gusta es la de naranjas amargas...!!"
Así es que tuve que lanzarme a la búsqueda de las dichosas naranjas, que, cómo podéis suponer, no se encuentran facilmente en Madrid.
¡ La cosecha fue estupenda !. Media ciudad de Almendralejo estuvo revolucionada para conseguirme las naranjas...(por éste año ya vale, gracias...)
Esta preparación mía, puede que no se ajuste a la versión original inglesa, pero me da muy buen resultado, y está teniendo mucho éxito entre mis amigos.
Espero que os animéis a hacerla. Aunque hay que tener mucha paciencia...


 "SEVILLE ORANGE MARMALADE" (a mi manera)








Ingredientes:
  • Naranjas de las llamadas “BORDES” (Las de los árboles de Sevilla)
  • 1 limón grande
  • Azúcar (+/-) el doble y algo más del peso de las cáscaras
  • Agua
Preparación:

Lo primero que hay que hacer es fregar bien las naranjas. Y digo “fregar”, porque conviene lavarlas con un cepillo, ya que tienen la piel bastante rugosa. No cómo las naranjas de mesa que venden que están lisitas. Éstas que utilizamos son “salvajes” (salvo que te las regale algún amigo de su árbol del jardín).
Bueno, una vez limpias las naranjas las partimos por la mitad, le quitamos las pepitas (que iremos echando en un recipiente con un poco de agua fría y el limón entero cortado en gajos), exprimimos el poco zumo que tienen, y vaciamos los cascos de naranja con una cuchara para retirar muy bien los pellejos y la parte blanca de la cáscara.
El zumo resultante y el recipiente de las pepitas, los tapamos bien y los dejamos en el refrigerador mientras se preparan las cáscaras.
Todos esos pellejos y partes blanca de la naranja, los metemos en una bolsita que haremos con un lienzo o gasa grande (yo tengo un saquito para cocer legumbres).

Ahora pesamos las cáscaras de las naranjas. Ése es el peso de referencia para el azúcar que tenemos que utilizar.

Ponemos a cocer las pieles en la olla exprés ligeramente cubiertas de agua (+/- 1 litro y 1/2). Metemos también la bolsita de los pellejos. Cocemos durante 10 minutos (si es olla tipo Perfect). Sacamos las pieles a un escurridor de malla fina. El líquido lo reservamos. Y una vez escurrida, tiramos el contenido de la bolsita.
Cuándo las pieles se hayan enfriado y escurrido, las hacemos tiritas muy finas utilizando las tijeras de cocina. Yo las voy troceando en un colador – de colador, a colador, jejeje -.

Entramos en la fase final del proceso.

Ponemos las tiritas en la cazuela para mermeladas (tod@s tenemos “un” cacharro dedicado a éste menester…); agregamos el azúcar, que será el doble del peso de las cáscaras y 200 – 300 gr. más, depende de lo dulce que os guste; agregamos el zumo que teníamos reservado y el líquido de cocer las cáscaras. Y no nos olvidemos de las pepitas con el limón; hay que añadirlas, ¿cómo?; hay que colar el agua dónde las hemos reposado (otro colador.., jaja) y usar el saquito de cocer los pellejos, que también irá a la olla…

Las pipas de estas naranjas, son las que más pectina tienen. Hay quien las mete en el saquito de los pellejos de la primera cocción. Yo prefiero hacerlo por separado, porque puede que no utilice todo el líquido de cocer las cáscaras, y quiero asegurarme de tener toda la pectina posible.

Seguimos.

Removemos bien el contenido de la cazuela para que se disuelva todo el azúcar, subimos la potencia del fuego hasta conseguir la ebullición. Dejamos cocer a fuego fuerte unos 10-15 minutos removiendo de vez en cuando. Luego bajamos la potencia a moderado y dejamos  cocer hasta que se alcanza el punto de mermelada (sobre 30 – 45 minutos). Para saberlo, se echa una cucharada de mermelada en un platito que hemos dejado enfriar; lo llevamos otra vez al frío, y pasados unos minutos comprobamos: si no escurre fácilmente por el plato, y  se nos pega al dedo formando un hilo, ¡ya está!
Apagamos la lumbre, espumamos la superficie y dejamos reposar alrededor de 10 minutos antes de embotar.
Dicen (solo dicen) que, la auténtica mermelada inglesa (la “SEVILLE ORANGE MARMALADE”) lleva una copita de güisqui. Se echaría al apagar el fuego, removiendo y dejando reposar. Lo del reposo, es para que se repartan bien las tiritas de naranja en el líquido de la mermelada.

Embotaremos aún caliente, en tarros esterilizados. Los cerramos y volcamos sobre un paño húmedo para que hagan el vacío. Dejamos enfriar 24 horas. Así se conservarán varios meses sin problema; pero si queremos que aguanten más, hay que esterilizar al baño María durante 30 minutos.
Cuando se hayan enfriado, se etiquetan con la fecha y se guardan en un sitio lo más oscuro y fresco posible.
Pasados un par de meses, estará “madura” la mermelada y se disfruta más del sabor.

Con las mermeladas pasa como con el buen vino..., cuánto más tiempo pasa, más ricas están.

Otro día, más.
¡Buenas noches!

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